Geografía física de España

Con una superficie de 500 000 kilómetros cuadrados, España ocupa el segundo lugar en extensión en Europa, tras Francia. España ocupa la mayor parte de la Península Ibérica y los archipiélagos de Baleares al oriente de la Península, y Canarias que se encuentran en pleno Atlántico, frente a la costa africana, a la distancia de más de mil kilómetros del continente. A ello hay que añadir las dos ciudades españolas ubicadas en el Norte de África: Ceuta y Melilla.

Se ha hablado con frecuencia de Europa como del extremo más occidental del Antiguo Mundo. Pues bien, la Península Ibérica constituye el extremo más occidental y meridional de Europa. Esta situación de la Península Ibérica la aproxima tanto a África, de la que sólo la separan catorce kilómetros, como al Océano Atlántico y, a través de él, al continente americano. España se define así como una encrucijada entre Europa y África, entre el Mediterráneo y el Atlántico.

La Península Ibérica, dentro del mundo mediterráneo, ofrece una cierta originalidad. Presenta una forma más compacta, similar a la piel de toro con que la comparó el geógrafo griego Estrabón hace más de dos mil años. Y se configura como un pequeño continente cuyo centro es Madrid. La distancia media del interior hasta el mar es siempre superior a 300 kms. El resultado es un territorio macizo, en el que la limitada influencia de los mares ha creado un ambiente de clara continentalidad y de relativo aislamiento.

Uno de los elementos más significativos del relieve de España es la Meseta Central, formada por un conjunto de tierras de altura media entre 600 y 1.200 metros. La Meseta Central ocupa todo el centro del país y está limitada por montañas. Las principales cordilleras a manera de las murallas de un castillo rodean esta altiplanicie. Eso ha provocado a menudo comparaciones de España con una gran fortaleza natural.

Es un tópico considerar a España como un país típicamente mediterráneo. Pero el clima mediterráneo dominante convive con rasgos continentales. El reflejo de la diversidad climática es la del paisaje vegetal pasando desde zonas desérticas hasta la España verde de los campos y bosques. Esta variedad se convierte en elemento fundamental del territorio español y de los hombres que, desde muy antiguo, lo ocupan y utilizan.

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