Granada

Granada

Granada, el sueño de los románticos y poetas… Se esconde en un paisaje montañoso, junto a Sierra Nevada, famosa por sus picos blanquísimos. Reúne en sí muchísimas cualidades. Y su población es, por lo general, gente abierta, como todos los andaluces, pero a la vez, reservada como la sierra misma. Y cada persona guarda algo indefinible en su mirada. Algo triste y muy importante, muy parecido a lo que Lorca caracterizó como «el duende».

La ciudad moderna vive siguiendo la tradición, o sea, muy lentamente. Todavía en sus calles se pueden ver los burros cargados guiados por su arriero. La ciudad nocturna carece del alboroto acostumbrado de las cafeterías, todo es más callado, más ensimismado y silencioso.

Los ocho siglos del dominio árabe dejaron sus huellas en Granada. Como es costumbre en la cultura árabe, Granada se hizo amiga de la intimidad. La intimidad se esconde allí en los patios, rodeados dé muros. Los muros por dentro están decorados con macetas, los altos cipreses dan sombra abundante. Muchas casas albergan una fuente.

Las fuentes en Granada saben hablar como en ningún otro lugar. Su voz siempre es distinta. En los patios cuadrados y simétricos en pleno follaje inmóvil, si no es entre paredes de piedra, parecen estar platicando consigo sobre cosas místicas y sobrenaturales. Fueron las fuentes las que inspiraron a Juan Ramón Jiménez en sus «Jardines Místicos» y «Jardines Dolientes»… Pobre viajero a quien se le ocurra fijarse en el susurro constante del agua habladora acabará pasando horas frente a la fuente, igual que un gato ante un chorro.

Tomar té también es una herencia árabe. Aunque el café ahora está más común, en el barrio árabe cada año van apareciendo más fetenas. Decoradas según el estilo procedente de la Granada musulmana, ofrecen a los visitantes tés e infusiones acompañados con música y ritmos de Oriente.

El mismo año de la Reconquista de Granada, los árabes fueron expulsados del territorio católico. Algunos adoptaron la confesión católica, habiendo recibido el nombre de los moriscos. Últimamente muchos árabes vuelven a establecerse en Granada. Pero otras culturas también son bienvenidas allí.

Entre todos los barrios granadinos se destaca el Albaicín, por su aire singular y antiguo. Las estrechas callejuelas empedradas todavía conservan el ambiente gitano. Cuesta arriba se llega al Sacromonte donde se mantienen algunas cuevas, mayoritariamente dedicadas a espectáculos de bailes gitanos. Una interpretación alternativa de lo que es el flamenco se puede apreciar en los tablaos que se agrupan en el centro.

Sería imposible hablar de Granada sin mencionar Alhambra, la joya de Andalucía. Este palacio árabe hoy día se ubica dentro de los límites de la ciudad. La belleza de su arquitectura y de su decoración merece la pena contemplar. La visita de sus impresionantes jardines y patios será el mejor recuerdo que puede llevar consigo cualquier turista.

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